jueves, 4 de septiembre de 2008

Martinez de Hoz Internalizando la Economia Argentina


La toma del poder en marzo de 1976 por parte de los militares trajo al ministerio de economía al Dr. José Alfredo Martínez de Hoz. Este hombre, por así decirlo, fue el padre del proceso de internalización de la economía argentina. Este proceso de internalización puede explicarse por una apertura de la economía nacional hacía el exterior, y se diferencia del concepto de globalización.
La diferencia que se encuentra al estudiar cada uno de estos conceptos es trascendente. Así, vemos como el concepto de globalización nos da cuenta de un proceso unificador de culturas, de mercados, de sociedades. Hoy, en pleno proceso globalizador, vemos como se radican las empresas en el extranjero, las multinacionales, donde se vislumbra como viaja la empresa por el mundo. En cambio, la internalización es un concepto diferencial, porque hace mención a la producción con inversiones extranjeras. Con la internalización, se invierten en capitales financieros primordialmente, aunque existen las fronteras bien demarcadas, a diferencia de la globalización. En este proceso, donde las fronteras no dejan de existir porque siguen protegidas las naciones por los aranceles, viaja el capital para promover capital extranjero en algún país externo al de origen.
Aclarado esto, es preciso seguir con las conclusiones que dicho trabajo me presento. Quiero decir, con esto, que el objetivo implícito que tenía el ministro Martínez de Hoz, cuando asumió la banca, era el de eliminar la inflación estructural que poseía a nuestro país. Si bien existían otros objetivos, este era el primordial. Los otros objetivos, de segunda plana, eran: la apertura significativa de la economía, la reducción de la participación del Estado en la economía, la disminución del déficit fiscal (principal causa de las altísimas tasas de inflación), pasar del saldo negativo al positivo en la balanza comercial, liberar el sistema financiero, achicar la deuda externa y salir de la recesión.
Una vez que se identificó cada objetivo, se propuso eliminar la inflación como primer objetivo. Pero, la historia y la realidad mostraron que dicho objetivo estuvo lejos de ser conseguido. Nunca consiguió eliminar la inflación, porque nunca pudo lograr un superávit en las cuentas fiscales, que eran la causa principal de ésta. Por el contrario, el déficit fiscal, si bien al principio se contrajo, posteriormente sufrió un aumento vertiginoso por la compra desmedida de armas, y al final del período del gobierno aumentó aún más por la guerra de las Malvinas.
El objetivo que consiguió fue el de achicar la participación del Estado en la actividad productiva, ya que se redujo con algunas medidas empleadas. En lo que hace a la apertura de la economía nacional, sabemos que esta fue aplicada gradualmente, aunque no dieron el resultado previsto por el gobierno armamentista. La recesión siguió profundizándose, la inflación seguía en aumento y se comenzaba a visualizar la falta de inversión en sectores productivos importantes. En esto el gobierno no podía intervenir por dos razones: la primera tiene que ver con la idea que caracterizaba al proceso sanguinolento, que era la no intervención en la economía. La segunda se explica con el solo hecho de que no tenían más fondos monetarios para destinar a la inversión faltante en las actividades más necesitadas.
Aunque la balanza comercial reveló al final del período, en el año 1983, un saldo positivo, éste no se explica por una política aplicada para conseguirlo. Tampoco por un aumento significativo de las exportaciones. Sino, más bien, por el resultado de la recesión económica reinante durante el proceso de Martínez de Hoz, durante su modelo estabilizador.
La deuda paso de ser Externa a ser considerada como Eterna. Ésta comienza con un significativo proceso de aumento llegando a valores realmente elevados para la época. Y, por último, el sistema financiero erosionó al país, llevándolo a una bicicleta financiera que ocasionó una pérdida de millones de dólares en divisas al Estado y, al mismo tiempo, dio ganancias espléndidas a los especuladores sin miedo al riesgo.
Prácticamente, queda muy poco por decir. Lo más relevante es que el programa económico implantado por Martínez de Hoz fracaso categóricamente. Por que el objetivo nunca pudo ser eliminado, ya que la sociedad argentina siguió viviendo altísimas tasas de inflación, que solo pudieron ser eliminadas por Cavallo en la década de los noventa. Al mismo tiempo, hostigó por largo período de tiempo a los argentinos una recesión severa y profunda.
Considero oportuno finalizar este humilde escrito con una aclaración más que importante para mí. Afirmo que con la furia, el terror y la sangre derramada que se llevo el proceso militar nada se pudo resolver en nuestro país. Es más, perjudico a la mayoría de la sociedad argentina quitándole una identidad. Pero, con la resignación, el espanto y el miedo tampoco hemos logrado nada, no hemos solucionado los problemas nacionales. Entonces, es hora de que se tomen las medidas necesarias y justas para solucionar los inconvenientes más urgentes que nos apremian.
Necesitamos un programa económico, político, cultural y social que sea sostenible en el tiempo para, de esta manera, aumentar el bienestar de la población. Ya que las medidas de políticas económicas aplicadas por este gobierno y ministro analizado, nada solucionaron con políticas cortoplacista.