jueves, 7 de abril de 2011

La Energía como base del Desarrollo Economico


Indudablemente, uno de los principales limitantes de la economía nacional, y que genera incertidumbre futura, es la energía. Si pensamos en ésta como el combustible que hace mover el motor de una economía cualquiera, podemos ver cuan importante se convierte ésta en el desarrollo y constante movimiento de los engranajes económicos de un país. Pensemos en como éste carburante hace que el motor de la economía funcione adecuadamente, llenando de liquido los engranajes que mueven a la misma, para que las variables económicas fundamentales, de la micro y macro, sigan funcionando por sus causes normales.

Si pensamos así, podremos ver que las desinversiones que se fueron produciendo a lo largo de la década nefasta de los noventa, que afectó significativamente el desarrollo más igualitario y sustentable de la economía argentina, han perjudicado e hipotecado el futuro nacional.
Pensemos a ésta, como parte integral de un plan de desarrollo sustentable a largo plazo. Pues, sabiendo la importancia del uso racional de la misma, la energía contribuye a mejorar la situación de las diferentes dimensiones, ya sea social, económica o, sobre todo, ambiental. Por ello, es que se dice que puede ser usada como una herramienta, no única, sino más bien dentro de un combo de herramientas, para mitigar la pobreza extrema.
Así, nuevamente, vuelvo a avisar que la gran desinversión acaecida en la década de los noventa fue de tal magnitud, que estas dimensiones han sufrido sobremanera. Pero, ninguna tanto como la pobreza. Veamos esto en números: la pobreza al final de la convertibilidad ascendía a 18,2 millones de personas (ó, el 51,4% de la población). O sea, más de la mitad de los compatriotas estaban inmiscuidos en la pobreza.
En el caso de la energía, se calculaba que carecía de inversión por alrededor de los $200.000 millones de dólares. Cuestión fundamental para entender el atroz avance de la pobreza e indigencia en nuestro país en la década. Sin embargo, esta carencia no fue la única culpable del quebranto social que termino, en el año 2001, en un estallido y revuelta jamás pensada para una sociedad en pleno desarrollo, cuando por el año 1970 la mayoría de los indicadores económicos, sociales y políticos eran semejantes a los de un país desarrollado.
Posterior a la crisis de la convertibilidad, sobrevino una época de bonanza acompañado por políticas que ayudaron a las mejoras. Porque, si pensamos a la economía nacional como un barco en medio del mar, el viento que sopla y mueve a éste barco vendría a ser la economía internacional. Así que, si no izamos las velas para el lado que corresponde, solamente el viento no nos podrá guiar. Necesitamos de un marinero que eleve las velas para el lado del viento.
Fue así que, a partir del 2003, se vislumbra un cambio de rumbo de la política económica en nuestro país. Es que el estado volvió a asumir un rol protagónico en el escenario de la energía, pues se comienza a ver a esta como un recurso estratégico de seguridad nacional, en toda America Latina, donde argentina no hace a la excepción. Aunque sin mayores logros a corto plazo.
De esta manera, es que comienza a utilizarse toda la capacidad ociosa que dejo la crisis de la era Menem y se materializan inversiones menores. Si bien, estos alivian la pobreza y las demás dimensiones, no podemos pretender que contribuya sobremanera a mejorar estos indicadores sociales. Es por eso que se necesitan de un combo para mejorar el desarrollo social, económico y ambiental.

Para ir finalizando, se debe notar la influencia que tiene la energía como combustible para el motor de una economía. Sin lugar a dudas, la energía mueve completamente a la economía. Porque, garantiza que se desenvuelva eficientemente la industria, el agro, el comercio y los servicios.
Pero, ahí deviene el problema, cuando el aumento de la demanda de energía no es acompañada por un significativo aumento de la oferta generado por las inversiones necesarias, es que se irrumpe el tramo de crecimiento y se generan cuellos de botella que complican el buen funcionamiento de estos sectores. Así viene sucediendo desde hace un largo tiempo en nuestro país.
Si esta tendencia no se revierte, si no si invierte lo necesario (y más también), los sectores no se podrán desempeñar eficazmente y puede devenir una crisis, ocasionada por la falta de energía para que la economía funcione como corresponde. Es de esperar, si queremos un país en serio, que la tendencia se revierta.